"A imaxe é o vehículo da emoción, é a súa enerxía, e con ela facilítase o acceso á consciencia, é dicir, que toda emoción é factible de transformarse nunha imaxe. Toda imaxe conforma un acto creativo e é por iso que o inconsciente fundamenta a creatividade"
C.G.Jung

“Desde el punto de vista espiritual, el viaje no es nunca la mera traslación en el espacio, sino la tensión de búsqueda y de cambio que determina el movimiento y la experiencia que se deriva del mismo”.
“En consecuencia
estudiar, investigar, buscar, vivir intensamente lo nuevo y profundo, son modalidades de viajar o, si se quiere, equivalentes espirituales y simbólicos del viaje”.
J.E. Cirlot

viernes, 9 de marzo de 2012

O ANANO FASCISTA "And I find Hitler in my heart. From the corpses flowers grow "


Fotomontaxes de John Heartfield




Será porque un curso máis explico historia contemporánea aos meus alumnos . Será porque, sempre que o fago e lles conto o que pasou no mundo hai apenas 70 anos, revólvenseme as tripas unha vez máis. Será porque vivimos momentos moi duros , que gardan moitas e inquietantes semellanzas.
O caso é que a miña cabeza non para de xirar. Porque non foi Hitler, nin Mussolini, nin Stalin, nin Franco (non só). Foi a sociedade que os aclamou. Foron todos e cada un dos individuos que, co seu silencio, outorgaron. Foi o medo, foi o conformismo. Foi a covardía.
É o ser humano. Nin máis nin menos. O anano fascista que habita no noso interior.

"Todos llevamos un facha dentro. Debe ser una creación biológica (todos lo llevamos) mezclada con condicionantes sociales (la familia es el grupo social más importante en la transmisión de este fascismo interior). Ese es nuestro principal enemigo (no los busquen por fuera, con ese facha es suficiente para iniciar una embravecida lucha que durará toda una vida; el muy hijo de puta se representará en un yo latoso (reclamanante de atención) e inseguro (lleno de miedos), nos enjaulará con sus discursos: “ten cuidado con ese”, “por ahí no”, ”no te sueltes”; “no te vayas”, “no te muevas”, “no, no no”. El muy cabrón nos hará creer que los enemigos son otros; incluso intentará convencernos de que todo lo hace por nuestro bien, pero lo que realmente pretende es convertirnos en apacibles ciudadanos acomodados malgastando el escaso tiempo de vida en estancas actitudes de funcionariado.

No es fácil reconocer que llevamos un facha por dentro. Y menos nosotros, que nos movemos en ambientes tan progres, tan guays, antitaurinos, grinpiss, cafés-librerías y recogidas de firmas. No hay persona más engañada que la que todavía no ha reconocido su facha interior. Porque en el momento que lo detectas es imposible disimularlo, harás lo posible por exterminarlo (es imposible sobrevivir a la conciencia de tener un facha interno y no hacer nada por matarlo). Los que todavía no lo han detectado -que todavía buscan enemigos a través de la televisión, los manifiestos o los periódicos- se piensan que es suficiente con votar a IU (o no votar directamente), afiliarse a Amnistía Internacional, visitar un zoológico saharaui o aplaudir a rabiar el discurso de Alex de la Iglesia en los premios Goya. Son los fachas de izquierda; aquellos que, por ejemplo (esto lo he visto), compran agricultura ecológica pero tratan al dependiente que les atiende como si fuese una puta mierda (y todo porque se retrasa cinco minutos, y exigen sus derechos, y castigan al dependiente a que les cargue el pedido hasta el coche, en vez de acercarlo. Ahí ves al pobre tipo transportando unas cajas casi un kilómetro con 40 grados veraniegos… “Joder, ¿puede darse prisa? -clama al viento la molesta cliente ecológica- llevo aquí esperando desde la 5 (son las 5.05) y todavía tengo que ir a recoger a mi hijo, que sale de taewkondo” (los fachas de izquierda apuntan a sus hijos a deportes minoritarios).

La otra noche pensaba en todo esto mientras veía a trozos la última obra de Xavi Castillo, un actor al que hay que felicitarle por haber sabido escenificar el sentir general de una buena parte -aunque minoritaria desde hace dos décadas- del pueblo valenciano que está harta de sus gobernantes, con un humor más cercano al de los morancos que al de los monthy pyton (es lo que tiene hacer gracias para la masa, que te salen un pelín chabacanas). Ustedes me perdonen, pero el comportamiento de la masa -de cualquier masa-siempre me produce pánico; por eso dejé de ir al cine, a manifestaciones o a conciertos. La masa es deforme, pocas personas, demasiada gente. En la masa cada uno de nosotros saca el facha que lleva dentro y seríamos capaces de tirarnos de los pelos por el último asiento, por defender los derechos de “los nuestros” frente a “los extraños” o incluso chafarnos la cabeza en caso de incendio. Y da igual que estemos viendo al Xavi Castillo o una obra apologética del nazismo. La masa siempre es facha. Y esas risas sociales, y esa autocomplaciencia (’nosotros’ somos los guays; ‘ellos’ son los monstruos) y esa búsqueda de reconocerse en una tribu, como mola poder reírme con esto y compartirlo con otros (significa que chano, que no soy como aquellos, que en ese rechazo refuerzo una identidad, que es la del grupo de los que molan, de los que compramos agricultura ecológica y pagamos cinco euros más que esos fascistas de mierda a nuestras chachas ilegalizadas, y defendemos la educación pública (aunque sea como estercolero del lumpenproletariado, que yo a mi hijo lo llevaré a la privada, para que no se junte con gitanos, bolivianos e hijos de yonkis y aprenda inglés con buen acento). El fascismo de izquierdas siempre trata de justificar sus apariencias: por ejemplo, si va a Eurodisney con los niños te dirá algo así como que ”el billete lo han pagado los abuelos”, o si te lo cruzas un sábado por la tarde en un centro comercial se excusará que “está buscando algo que no encuentra en el pequeño o mediano comercio” o te pondrán cara de reprobación si les cuentas lo bien que te lo pasaste en el yacuzzi de un hotel Meliá en la costa cubana. O si van a hacer el bien al Tercer Mundo te dirán -esto es muy común- que “han aprendido más de lo que han enseñado”. Y yo pienso: ¡ché nano, no te ralles, si los impredecibles derroteros de la vida te han traido de aquí, no te justifiques, disfrútalo, no jodas a nadie y punto”.

No suelo perder mucho tiempo en los matices que se pre-suponen al hecho de ”ser de izquierdas” o “ser de derechas” (una cuestión, para mí, más de forma que de fondo). Solo creo -y compadezco- a los que cada día luchan por matar al verdadero enemigo: el facha que llevan dentro. Son pocos y, sí amigos, la mayoría ya están muertos (nada más insoportable que descubrir que el enemigo te consume por dentro, que recorre tus entrañas, todo el rato, en tus adentros, limitando tu vida, haciéndola intrascendente). Mi facha interno está ahí, lo noto. Cuando acabe con él (si algún día lo consigo), toda lucha externa será más fácil: os amaré a todos sin prejuicios, jamás juzgaré vuestros comentarios ni estados de ánimo, mis opiniones alcanzarán a cubrir todos los ángulos. Pero el muy cabrón no me deja en paz. Cualquier día de estos me mata o me lo cargo. Porque, en esta feroz e inconclusa lucha interna, uno de los dos tendrá que morir asesinado. El facha que llevamos dentro."

http://walterbuscarini.revistabostezo.com/1885/el-facha-que-llevamos-dentro/

3 comentarios:

  1. Non comparto na totalidade o texto de Buscarini, destila moita mala baba e deduzo que é unha persoa nova e pouco bregada nos avatares vitais. A familia, hainas de moitos xeitos, cada unha da súa nai e seu pai...lonxe de dar solucións e buscalo enfrentamento directo, sigo o meu camiño e respeto a todo o mundo, agás aos intolerantes e andarei atento cós encantadores de serpes. Habelos hainos. JU

    ResponderEliminar
  2. Todo é opinable, camarada Ju.
    Unha aperta

    ResponderEliminar
  3. E grazas por deixar a túa opinión.

    ResponderEliminar

Moitas grazas.