"A imaxe é o vehículo da emoción, é a súa enerxía, e con ela facilítase o acceso á consciencia, é dicir, que toda emoción é factible de transformarse nunha imaxe. Toda imaxe conforma un acto creativo e é por iso que o inconsciente fundamenta a creatividade"
C.G.Jung

“Desde el punto de vista espiritual, el viaje no es nunca la mera traslación en el espacio, sino la tensión de búsqueda y de cambio que determina el movimiento y la experiencia que se deriva del mismo”.
“En consecuencia
estudiar, investigar, buscar, vivir intensamente lo nuevo y profundo, son modalidades de viajar o, si se quiere, equivalentes espirituales y simbólicos del viaje”.
J.E. Cirlot

martes, 27 de mayo de 2014

Kundalini en flor

Fragile by Sting on Grooveshark



ÁRBOL AGÓNICO

El árbol que en  mis  ojos  sufre  y  crece
espera  tus  palomas  deslumbradas.
Sin  frutas,  con  las  hojas desoladas
extático  se eleva. No  florece.

Sin la  sangre celeste. Permanece
siempre estéril, las ramas desgarradas
como arterias en  flor, deshabitadas:
vestigio  de otro  mundo que  perece.

Vestigio de  mi  horror cristalizado
en lamentos sin  voz; duros fulgores
metálicos que  cubren  la  tortura

Eterna de este monstruo  maniatado
que extiende  ya  reseca  su  locura,
bajo  un  cielo  sin  luz y  sin  clamores.

J.E. Cirlot



ELEGÍA, EL ÁRBOL

El árbol pertenecía por la copa a lo sutil, al aire y a los pájaros. Por el tronco, a la germinación y a todo lo que une lo celeste con los dioses del fondo. Por la raíz oscura, a las secretas aguas. La copa dibujaba un amplio semicírculo partido. Porque también el árbol era portador del fuego, herido por el rayo, el árbol. Como otras cosas mayores que nosotros, estaba el árbol no en la ciudad, sino en el mundo, más cieno que ella misma, que aún la circundaba. Árbol. Ciudad. El árbol en lo alto, sobre la lentitud de la subida. Nos llevaban a él, pensábamos, su propia suficiente soledad o su belleza. Soledad o belleza, santidad, forma que en la cercanía del dios reviste lo viviente. El árbol, nos dijeron, fue talado. El árbol, no de la ciudad, sino del mundo, más real, que entonces aún la circundaba. Quien visite el lugar acaso sepa que aquel árbol no podía morir; que en el lugar del árbol para siempre hay, igual al árbol, en la posición antigua del orante, un hombre, igual al árbol, con los pies en la tierra, pero menos visible, la cabeza y los brazos, con las manos abiertas, alzados hacia el cielo, copa, tronco, raíz, para que desde lo oscuro suba lo oscuro al verde, al rojo, y a su vez el fuego regrese de lo alto a la matriz, al centro imperdurables.

(José Ángel Valente)







Jung; Libro Rojo
martes, 10 de septiembre de 2013


SERPE DE VERÁN



Con todo o meu agradecemento e cariño a Raquel Miragaia, polas súas palabras e as nosas conversas.

"De como a sombra torna luminosa na transformação. Sol e sombra assustadoramente harmónicos. De como a sombra dá tanta luz ao sol quanto vice-versa. A vida abraçando a morte, vencendo. A mudança da pele numa serpe que é mais inteira quanto mais se transforma. Uma serpe de verao arraigada à terra que aponta o céu. Há muitas formas diversas de ser forte. Mesmo na fraqueza. Crescemos, em todas e cada uma das nossas luzes e sombras. E as tuas mãos constroem uma alma transformada. Transformadora."

Raquel Miragaia
http://geografiaoral.blogs.sapo.pt/47641.html



Con todo o noso agradecemento e cariño, tamén,  para Ramiro Torres, polo seu fermoso poema e pola súa calidez e  afecto.


Melusina, por Ramiro Torres


http://gruposurrealistagalego.blogaliza.org/2013/09/20/melusina-por-ramiro-torres/



MELUSINA

Para Mónica Montero e Manolo Lestón, magos.

O conhecimento é ternura,
oceano eterno a crescer no
abraço infatigável da
penumbra e a consciência.
Somos grito único,
identidade a mutar
em colisão de corpos
na terra assombrada,
enquanto os olhos
fecundam mundos e
nos adentram numa
perpétua iluminação,
abeirados ao início do
que sobrevém como
fulgor escavado nas
artérias do sensível,
bosque emaranhado
de signos circulares,
extraídos de um lugar
sem matéria olvidada:
puro exercício de uma
razão desconhecida nos
limites onde nos funda a
obscura vibração do real.

Ramiro Torres, Setembro de 2013.








Árbol
Es uno de los símbolos esenciales de la tradición.  Con frecuencia no se precisa, pero algunos pueblos eligen un árbol determinado como si concentrase las cualidades genéricas de modo insuperable. Entre los celtas, la encina era el árbol sagrado; el fresno, para los escandinavos; el tilo, en Germania; la higuera en la India. Asociaciones entre árboles y dioses son muy frecuentes en las mitologías; Attis y el Abeto; Osiris y el cedro; Júpiter y la encina; Apolo y el laurel, significando una suerte de “correspondencias electivas”.  El árbol representa en el sentido más amplio, la vida del cosmos, su densidad, crecimiento, proliferación, generación y regeneración. Como vida inagotable equivale a inmortalidad.  Según Elíade, como ese concepto de “vida sin muerte” se traduce cronológicamente por “realidad absoluta”, el árbol deviene dicha realidad (centro del mundo). El simbolismo derivado de su forma vertical transforma acto seguido ese centro en eje. Tratándose de una imagen verticalizante, pues el árbol recto conduce una vida subterránea hasta el cielo, se comprende su asimilación a la escalera o montaña, como símbolos de la relación más generalizada entre los tres mundos (inferior, ctónico o infernal; central, terrestre o de la manifestación; superior, celeste).  El cristianismo y en particular el arte románico le reconocen esta significación esencial de eje entre los mundos, aunque, según Rabano Mauro, en Allegoriae in Sacram Scripturam, también simboliza la naturaleza humana (lo que, de otra parte, es obvio por la ecuación macrocosmo-microcosmo).  Coincide el árbol con la cruz de la Redención, y en la iconografía cristiana la cruz está representada muchas veces como árbol de la vida. La línea vertical de la cruz es la que se identifica con el árbol, ambos como “eje del mundo” (motivo conocido antes del periodo neolítico), lo cual implica, o presupone, otro agregado simbólico: el del lugar central. En efecto, para que el árbol o la cruz puedan realmente comunicar en espíritu los tres mundos se ha de cumplir la condición de que se hallen emplazados en un centro cósmico. Es interesante reconocer en la estructura del árbol la diferenciación morfológica correlativa a la triplicidad de niveles que su simbolismo expresa: raíces, tronco, copa. Ahora bien, las mitologías y folklores distinguen, dentro del significado general del árbol como eje del mundo y expresión de la vida inagotable en crecimiento y propagación, tres o cuatro matices; son éstos, a veces, reducibles a un común denominador, pero en alguna ocasión la denominación implica sutil diferenciación que redunda en enriquecimiento del símbolo. En el estrato más primitivo, más que un árbol cósmico y otro de conocimiento, o “del bien y del mal”, hay un “árbol de vida”, y otro “árbol de muerte” los cuales no se especifican, siendo el segundo mera inversión del sentimiento del primero. El arbor vitae es un símbolo que surge con gran frecuencia y diversidad en el arte de los pueblos orientales. El motivo, en apariencia decorativo, del hom, o árbol central, colocado entre dos animales enfrentados o dos seres fabulosos, es un tema mesopotámico que pasó hacia Extremo Oriente y a Occidente por medio de persas, árabes y bizantinos. En la ornamentación románica, el árbol de la vida aparece más bien como frondas, entrelazados y laberintos (dotados, sin embargo de igual sentido simbólico, más el tema del envolvimiento). En el concepto simbólico del “árbol cósmico” hay un componente de gran interés, y es que, con mucha frecuencia, la imagen del árbol se presenta invertida, es decir, con las raíces desarraigándose del cielo y la copa en la tierra. Aquí el simbolismo natural de la analogía morfológica ha sido desterrado por un significado diferente que ha tomado prevalecimiento: la idea de la involución, ligada a la doctrina emanatista, y para la cual todo crecimiento verificado en lo material es una opus inversa. Por ello dice Blavatski: “En el principio, las raíces del árbol nacían del cielo y emanaban de la raíz sin raíz del Ser Integral. Su trono creció y se desarrolló atravesando las capas de Pleroma, proyectó en todos los sentidos sus ramas frondosas sobre el plano de la materia apenas diferenciada; y después, de arriba abajo para que tocaran el plano de la tierra. Por esto, el árbol de la vida y del ser es representado en esta forma”. Esta idea se encuentra ya en las Upanishads, donde se dice que las ramas del árbol son el éter, el aire, el fuego, el agua, la tierra. En el Zohar hebreo se lee también que “el árbol de la vida se extiende desde lo alto hacia lo bajo y el sol lo ilumina enteramente”. El mismo Dante se representa el conjunto de las esferas celestes como la copa de un árbol cuyas raíces (origen) miran hacia arriba (urano). Sin embargo, en otras tradiciones no se produce esta inversión y se prefiere perder este sentido simbólico para conservar el inherente a la verticalidad. En la mitología nórdica, el árbol cósmico, llamado Yggdrasil, hunde sus raíces en el corazón de la tierra, donde se halla el infierno. Volvamos a considerar la duplicación del árbol, pero ahora según Gn 2, 9: en el paraíso había árbol de la vida, y también el del bien y del mal, o del conocimiento, y ambos estaban en el centro del paraíso. Schneider dice al respecto: “¿Por qué no menciona Dios el árbol de la vida? ¿Porque era un doble árbol de la ciencia, o porque, como algunos han creido, estaba oculto y no podía ser identificado ni era por tanto accesible hasta el instante en que Adán se apropiara del conocimiento del bien y del mal, es decir de la sabiduría? Nos inclinamos por esa hipótesis. El árbol de la vida puede conferir la inmortalidad, pero no es cosa fácil llegar a él. Está “oculto”, como la hierba de la inmortalidad que Gilgamés busca en el fondo del océano, por ejemplo, o custodiado por monstruos, como lo están las manzanas de oro del jardín de las Hespérides. La existencia de dos árboles no es tan rara como pudiera parecer. A la entrada este del cielo babilónico había dos árboles: el de la verdad y el de la vida”.
En este debate del árbol único o dual no se altera el simbolismo característico del árbol, sino que se agrega otro significado simbólico por la presencia de Géminis. Aquí la transmutación del árbol al ser afectado por el simbolismo del número dos, se refiere al paralelismo del ser y conocer (árbol de la vida y árbol de la ciencia). Ahora bien, del sentido general expuesto, se han deducido -como en muchísimos casos de otros símbolos- especializaciones diversas. Vamos a citar algunas. En primer lugar, la triplicación del árbol. Según Schneider, el árbol de la vida, cuya copa va solamente hasta la montaña de Marte (manifestación), está considerado como una cariátide del cielo. Consta de tres raíces y de tres troncos, es decir, de uno central, con dos gruesas ramas que corresponden  a las dos cimas de la montaña de Marte (dos rostros de Jano). Aquí, el eje central expresa la síntesis unificante del dualismo crudamente expuesto por el árbol doble. El aspecto lunar del árbol de la vida ratifica a la luna como mundo fenoménico; el aspecto solar se refiere a la sabiduría y a la muerte (con frecuencia asociadas en distintos símbolos). En la iconografía, el árbol de vida (o el lado lunar del árbol doble o triple) se representa florido; el de muerte (o de la ciencia, o su aspecto), seco y con señales de fuego. La psicología ha reducido a expresión sexual este simbolismo de la dualidad. Jung afirma que el árbol posee cierto carácter bisexual simbólico, lo que se expresa en latín por el hecho de que los nombres de árbol sean de género femenino, aun con desinencia masculina. Esta coniunctio ratifica el valor totalizador del árbol cósmico. A éste se asocian muchas veces otros símbolos, bien por influjo de situaciones reales, bien por yuxtaposición de imágenes y de proyecciones psíquicas, para dar lugar así a símbolos más determinados, ricos o complejos, pero, por lo mismo, menos generales y espontáneos. El árbol suele relacionarse con la roca, con la montaña, sobre las que aparece. Por otro lado, cuando se vuelve a encontrar el árbol de la vida en la Jerusalén celeste, lleva doce frutos o formas solares (¿signos del zodiaco?). En muchas imágenes, el sol, la luna y las estrellas están asociados al árbol para especificar su carácter cósmico y astral. En la India se halla el árbol triple con tres soles, imagen de la Trimurti; en China, el árbol con los doce soles zodiacales. En la alquimia, el árbol con lunas significa la opus lunar (pequeño magisterio) y con soles la opus solar (grande obra).  Si tiene los signos de los siete planetas (o metales) representa la materia única (protohylé) de donde nacen todas las diferenciaciones. En alquimia, el árbol de la ciencia recibe el nombre de arbor philosophica (símbolo del proceso evolutivo, de todo crecimiento de una idea, vocación o fuerza). “Plantar el árbol de los filósofos” equivale a poner en marcha la imaginación creadora. Es asimismo interesante el símbolo del “árbol marino” o coral relacionado con el personaje mítico del rey marino. Al árbol se asocia frecuentemente la fuente y también el dragón o la serpiente. El símbolo LVII de la Ars Symbolica del Boschius, muestra el dragón junto al árbol de las Hespérides. En lo que concierne al simbolismo del nivel, podemos establecer analogías en cuanto a la verticalidad. A las raíces del árbol corresponden los dragones y serpientes (fuerzas originarias, primordiales); al tronco, animales como el león, el unicornio y el ciervo, que expresan la idea de elevación, agresión y penetración. A la copa, aves y pájaros o cuerpos celestes. Las correspondencias de color son: raíces, negro; tronco, blanco; copa, rojo. La serpiente arrollada al árbol implica otro símbolo: el helicoidal o espiral. El árbol como eje del mundo es rodeado por el conjunto de ciclos de la manifestación universal. Este sentido puede atribuirse a la serpiente que aparece junto al árbol donde está suspendido el vellocino de oro, en la leyenda de Jasón. Podríamos citar indefinidamente ejemplos de estas asociaciones de símbolos, con sentido psicológico a resaltar. Otra sinestesia simbólica es la célebre del “árbol que canta” que aparece continuamente en cuentos folklóricos. En la Passio S Perpetuae XI (Cambridge 1891) se lee que san Saturio, el compañero de martirio de Santa Perpetua, soñó, la víspera de su martirio, que “despejado de su carne mortal era transportado por cuatro ángeles a la región de Oriente. Siguiendo una dulce pendiente llegaron a un sitio admirablemente iluminado: era el paraíso que se hizo ante nosotros”, añade, “un espacio que era como un jardín, con árboles que tenían rosas y todo género de flores; su altura era como la de los cipreses y cantaban sin cesar”. La estaca de sacrificio, el arpa-lira, el barco funerario y el tambor son símbolos derivados del árbol, como camino del mundo ultraterrestre. Gershom G. Sholem, en Les Origines de la Kabbale (Paris, 1966), habla del simbolismo del árbol en conexión con estructuras jerarquizadas verticales (como el mismo “árbol sefirótico”de la Cábala, tema que no podemos desarrollar aquí) y se pregunta si el “árbol de Porfirio”, símbolo difundido en la Edad Media, era del mismo género. En todo caso, recuerda el Arbor elementalis de Ramon Lull (1295), cuyo tronco simboliza la sustancia primordial de la creación, o hylé, y cuyas ramas y hojas representan sus nueve accidentes. La cifra de diez es la misma que en el caso de los Sefirot, o “suma de todo lo real que puede determinarse por números”
Bibliografía
Cirlot,  Juan Eduardo “Diccionario de Símbolos”. Siruela, décima edición 2006.

lunes, 26 de mayo de 2014

CANCIÓN TRISTE

Carmen by Lana Del Rey on Grooveshark



Hai unha parte de ELA  que nunca foi e nunca será, pero que tamén é ELA e morrerá canda ELA.














domingo, 18 de mayo de 2014

A viaxe da serpe







 A serpe , como o escaravello dourado de Jung , manifestouse no mundo externo.
Fixo unha longa viaxe desde as profundidades do  inconsciente ao noso mundo exterior.
Reptou incansable por camiños misteriosos ata atravesar a porta que separa os dous mundos.

 Foi hai uns días. No soto da noso casa (como non).
 Coincidiu sincrónicamente coa entrada  que fixen sobre kundalini.


 Cousas que pasan.


Como non a matamos, malo será que apareza unha maior.































jueves, 8 de mayo de 2014

KUNDALINI










Pedra da serpe. Gondomil (Corme)

Activar o inconsciente significa espertar a divindade dentro ou Devi Kundalini. Aquí comeza o proceso evolutivo suprapersoal que acende a luz dos deuses. Kundalini, que ten que ser espertada no Chakra Muladhara, é o suprapersoal, o non-ego. Por esta razón, Kundalini comparte o mesmo principio que o Soter, a serpe salvadora dos Gnosticos. " (The Psychology of Kundalini Yoga, Carl Jung).









Os réptiles foron dende tempos antigos os símbolos favoritos do substrato psíquico colectivo, que se localiza anatomicamente nos centros subcortical, o cerebelo e a medula espiñal. Os devanditos órganos constitúen a serpe. Os sonos con serpes son frecuentes.


"Unha vez tiven unha paciente, unha moza duns 27 ou 28 anos. E ao principio cando a sentei díxome: "Mirei, vin con vostede porque teño unha serpe no abdome". Que? " Se, teño unha serpe, unha serpe negra e está enrolada no fondo do meu estómago". Debín poñer unha cara moi estraña pois ela me dixo: Non o dixen literalmente. Pero se é unha serpe, é unha serpe".

Agora ese é un símbolo colectivo. Esa non é unha fantasía individual. É unha fantasía colectiva, isto é moi ben coñecido na India. Ela non tiña ningunha relación coa India, pero tamén a tiña. Todos somos humanos, pero é algo descoñecido. Así que en primeira instancia pensei que estaba tola. Pero en realidade era moi intuitiva. Isto coñécese na India, é a base do sistema psicolóxico do Tantrismo. Esta é Kundalini, Kundalini a serpe. E iso é algo que só o saben algúns especialistas. En xeral non se sabe que temos unha serpe no abdome, pero iso é Inconsciencia Colectiva. Esa é unha fantasía colectiva". Jung