ábrete, ábrete gran porta de pedra.
Leonora Carrington
Leonora Carrington, Forbidden Fruit 1969
Quizabes seña iste o máis misterioso dos misterios que hai arredor dos tesouros. Pois, como veredes neste libro do Cunqueiro, os tesouros están sempre gardados por seres máxicos, principalmente por gnomos ou por mouros. Tamén por nereidas ou por fadas, ou por hamadriadas. Xentes todas das que convén gardarse , pois poden exercer sobor de nós os seus maleficios. Xentes ás veces de color escura , case negra, mouros ou xenios sotarregos, con aspeito malino ou maléfico ou tebregoso. Os tesouros están gardados- xa o dixen antes- por ises seres que na psicoloxía junguián se conocen como “sombra”, ou seña por unha parte de nós mesmos que é aveseda, tebregosa, á que non nos é grato reconocer como nosa. Sería demasiado sinxelo decir que son a parte “mala” do ser do home. Istes criterios do “malo” ou de “bon” nas profundidás do subconsciente non fan máis que embrollar as cousas. Moitas destas partes sombrías gardan- como os gardiás do tesouro- cualidás estimabilísimas i as veces tamén o segredo da fecundidade, da capacidade de creación.
Rof Carballo, prólo a Tesouros novos e vellos de Álvaro Cunqueiro
musica celta -
Para as miñas amigas do lado de alá:
ResponderEliminarQuizás sea este el más misterioso de los misterios que hay alrededor de los tesoros. Pues, como veréis en este libro de Cunqueiro, los tesoros están siempre guardados por seres mágicos, principalmente por gnomos o por mouros. También por nereidas o por hadas, o por hamadriadas. Gentes todas de las que conviene guardarse, pues pueden ejercer sobre nosotros sus maleficios. Gentes a veces de color oscuro, casi negro, mouros o genios subterráneos, con aspecto maligno o maléfico o tenebroso. Los tesoros están guardados- ya lo dije antes- por esos seres que en la psicología junguiana se conocen como "sombra", osea por una parte de nosotros mismos que es aviesa, tenebrosa, a la que no nos es grato reconocer como nuestra. Sería demasiado sencillo decir que son la parte "mala" del ser del hombre. Estos criterios de "malo" o de "bueno" en las profundidades del subconsciente no hacen más que embrollar las cosas. Muchas de estas partes sombría guardan- como los guardianes del tesoro- cualidades estimabilísimas y a veces también el secreto de la fecundidad, de la capacidad de creación.
Las sirenas pasan parte de sus días escondidas en las más profundas y tenebrosas cuevas marinas. Y luego se atreven a subir a la superficie luminosa, hasta sacan a veces la cabeza del agua para observar la belleza del mar bajo la luz del sol. Hasta que la oscuridad, que siempre llega, vuelve a llamarlas, y no pueden evitar hundirse en las entrañas del mar y convertirse, ellas mismas, en oscuridad marina.
ResponderEliminarParte humana, parte pez, parte luz, y parte sombra. Es su naturaleza sirénida. ¿Qué sería de las luces de las sirenas sin sus sombras? Seguro que sus cantos no hechizarían a nadie.
Como amiga "do lado de alá" te doy las gracias por la traducción. Y a Manuel por la belleza de sus fotografías. Y a la naturaleza por todo lo que da, tan digno de ser inmortalizado, y sin embargo tan caduco.
Gracias, querida Ana, por acudir a escuchar mi canto silencioso.
ResponderEliminarTú lo sabes. Ser sirena o mujer-serpiente no es fácil. Una siempre acaba añorando los zapatos de tacón:
La sirena cautiva, Adriana Quiroz de Valadés
"De repente ella se vio atrapada. Las redes molestaban su cuerpo escamoso. La llevaron a un gran acuario de cristal. Vinieron fotógrafos de todo el mundo y largas filas de personas se formaban para verla, asombradas de su belleza. Sintió pudor por sus pechos al descubierto, tratando de ocultarlos con su larga cabellera. A los niños les gustaba verla nadar, hacia arriba, hacia los lados, sinuosa, seductora, misteriosa, mágica, y era admirada por todos. Algo le empezó a molestar, sus escamas ya no brillaban como antes, se la veía triste, y creyeron que era por su cautiverio. Le trajeron algas para su alimentación, la rodearon de ambiente marino, le pusieron caracoles para que escuchara el sonido del mar. Pero sus ojos seguían tristes. A nadie se le ocurrió pensar que lo que ella más deseaba, eran unos zapatos de tacón como los que traían las mujeres que la contemplaban."
Y hablando de zapatos, decía Leonora Carrington que los zapàtos de tacón o puntiagudos los inventaron los hombres para esclavizar a las mujeres.
Pobre sirena atrapada y deseando lo que nunca tendrá...
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Leonora (y seguro que contigo también). Besos.
¡que fotografías tan impresionantes!
ResponderEliminar¡me encantan esas plumillas!
biquiños,
Grazas, Aldabra.
ResponderEliminarBicos.
A propósito de los tacones y del sometimiento de la mujer al hombre ,me hizo gracia lo que dijo Leonora a propósito del endiosamiento de las mujeres por parte de sus colegas surrealistas :
ResponderEliminar“Las llaman musas pero terminan por limpiar el excusado y hacer las camas”.