Mis versos no son de amor
al estilo corriente.
Tú tienes que leerme,
no con los ojos
evidentes de tu rostro,
sino con la más honda mirada del corazón.
Léeme ahí así,
como quien decifra en el cielo
la lenta caída de la lluvia aún no llovida.
Léeme
como quien bebe
en unos labios
lo amargo y lo dulce
de una larga historia de amor.
Mira más allá de la evidencia de mi cuerpo.
No estoy en parte alguna:
borrado por el viento,
contémplame en el ondear
de sábanas tendidas al atardecer,
en el reflejo de oscuros charcos,
brillando con las luces del crepúsculo
o en la majestuosa caligrafía de las aves
sobrevolando los febriles tejados de la ciudad.
Oh ,lee,lee
hasta que el águila de tu pecho
nos remonte
hasta la más alta, soñada y feliz constelación:
el cielo desconocido de los amantes.
Perseo