"¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico".
NOTRE DAME
"La noche que nos encontramos detrás de Notre Dame también vi que... Pero no lo quise creer. Llevabas una camisa azul tan preciosa. Fue la primera vez que fuimos juntos a un hotel, ¿verdad?"
Rayuela (capítulo 20)
Despertémonos decía Oliveira alguna que otra vez. Para qué contestaba la Maga, mirando correr las péniches desde el Pont Neuf--. Toc, toc, tenés un pajarito en la cabeza. Toc, toc, te picotea todo el tiempo, quiere que le des de comer comida argentina. Toc, toc..." Rayuela (capítulo 4)
Y algunas tardes cuando me había dado por recorrer vitrina por vitrina toda la sección egipcia del Louvre, y volvía deseoso de mate y de pan con dulce, te encontraba pegada a la ventana, con un novelón espantoso en la mano y a veces hasta llorando, sí, no lo niegues, llorabas porque acababan de cortarle la cabeza a alguien, y me abrazabas con toda tu fuerza y querías saber adónde había estado, pero yo no te lo decía porque eras una carga en el Louvre, no se podía andar con vos al lado, tu ignorancia era de las que estropeaban todo goce, pobrecita, y en realidad la culpa de que leyeras novelones la tenía yo por egoísta
Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra. Justamente un paraguas, Maga, te acordarías quizá de aquel paraguas viejo que sacrificamos en un barranco del Parc Montsouris, un atardecer helado de marzo. Lo tiramos porque lo habías encontrado en la Place de la Concorde, ya un poco roto, y lo usaste muchísimo, sobre todo para meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses, siempre torpe y distraída y pensando en pájaros pinto o en un dibujito que hacían dos moscas en el techo del coche, y aquella tarde cayó un chaparrón y vos quisiste abrir orgullosa tu paraguas cuando entrábamos en el parque, y en tu mano se armó una catástrofe de relámpagos y nubes negras, jirones de tela destrozada cayendo entre destellos de varillas desencajadas, y nos reíamos como locos mientras nos empapábamos, pensando que un paraguas encontrado en una plaza debía morir dignamente en un parque, no podía entrar en el ciclo innoble del tacho de basura o del cordón de la vereda; entonces yo lo arrollé lo mejor posible, lo llevamos hasta lo alto del parque, cerca del puentecito sobre el ferrocarril, y desde allá lo tiré con todas mis fuerzas al fondo de la barranca de césped mojado mientras vos proferías un grito donde vagamente creí reconocer una imprecación de walkiria. Y en el fondo del barranco se hundió como un barco que sucumbe al agua verde, al agua verde y procelosa, a la mer qui est plus félonesse en été qu'en hiver, a la ola pérfida, Maga, según enumeraciones que detallamos largo rato, enamorados de Joinville y del parque, abrazados y semejantes a árboles mojados o a actores de cine de alguna pésima película húngara. Y quedó entre el pasto, mínimo y negro, como un insecto pisoteado. Y no se movió, ninguno de sus resortes se estiraba como antes. Terminado. Se acabó. Oh Maga, y no estábamos contentos.
Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.
"Me apasiona el hoy pero siempre desde el ayer (¿me hapasiona, dije?), y es así cómo a mi edad el pasado se vuelve presente y el presente es un extraño y confuso futuro donde chicos con tricotas y muchachas de pelo suelto beben sus cafés creme y se acarician con una lenta gracia de gatos o de plantas,
Hay que luchar contra eso.
Hay que reinstalarse en el presente."
"En el fondo podríamos ser como en la superficie", pensó Oliveira, "pero habría que vivir de otra manera. ¿Y qué quiere decir vivir de otra manera? Quizá vivir absurdamente para acabar con el absurdo, tirarse en si mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro. Si, quizá el amor, pero la otherness, apenas nos dura lo que dura una mujer."
CEMENTERIO DE MONTPARNASSE
"A la altura del cementerio de Montparnasse, después de hacer una bolita, Oliveira calculó atentamente y mandó a las adivinas a juntarse con Baudelaire del otro lado de la tapia, con Devéria, con Aloysius Bertrand, con gentes dignas de que las videntes les miraran las manos"
Rayuela (capítulo 155)
Lo que llamamos realidad, la verdadera realidad que también llamamos Yonder (a veces ayuda darle muchos nombres a una entrevisión, por lo menos se evita que la noción se cierre y se acartone), esa verdadera realidad, repito, no es algo por venir,una meta, el último peldaño, el final de una evolución. No, es algo que ya está aquí,en nosotros. Se la siente, basta tener el valor de estirar la mano en la oscuridad. Yo la siento mientras estoy pintando. (99, 618)
"La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo, lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la infancia se olvida que para llegar al Cielo se necesitan como ingredientes una piedrita y la punta de un zapato."
Graciela Bello; Rayuela II, acrílico sobre tela |
Bon soir, lunatiques de la rive Son.
ResponderEliminarMerci por le relate de la voyage,... formidable tanto en imaxes coma nos textos, un pracer pra os sentidos e a memoria.
A ponte encadeada - que bo negocio pra os ferreteiros- mesmo semella unha ameaza pra navegantes.
Canto pode chegar a pesar o amor encadeado? pregunta o ánade amerizante.
Nosa señora das gárgolas ben vale unha misa, un paseo, unha flor xibada de frio ou é un espexismo?
Primaveiras piramidais (bleaus) agochan os tesouros dos fillos de Ra, Amon Ra,... Monchiño pra os amigos. Cousas de vellos.
Xa non creo no futuro real, estimada maga, e a torre Eiffel, paréceme a lanzadeira perfecta pra unha persoa suicida con afán de protagonismo.
Gustaríame, cando remate a miña particular rayuela, ir de viños con Júlio, Albert, Erik, Marguerite, Ciorán, Jim, Oscar, Edith, María, Germán, Pablo, Marc, Baudelaire, Napoleón, Paul, Jean, Claude, Maurice Ravel..., en santa compaña asustando a os pobres de espíritu. Non é posible, pero, foi o que lle pedín ós reis majos de oriente.
Vive la vie!!
Viva la Republique, mon amis !!
JUlio Azar
Viva la Republique, oui!
ResponderEliminarViaxe iniciático onde os haxa.
Falaremos a carón do lume e cun viño, francés ou non, queridos.
Púxenlle unha rosa branca ao cronopio maior da túa parte.
Que lo sepas.
Bicos e apertas a moreas.
Merci, Madame Cronopie. Au revoir. JU
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