Razas sordomudas, perdidas en sus parajes profundos, cobran voz bruscamente y, desde el valle dormido bajo la niebla, ese coral suena iluminando regiones desoladas o magníficas.
Así, hasta que toda la tierra se convierte en eco
[JUAN EDUARDO CIRLOT:"El Poeta"]
“Al
salir del agua se encuentran coronas de flores. Sobre todo si quien
sale del agua es una doncella muerta que así resucita. Reconoce el
cielo, siente el frío del aire porque está desnuda. Reconoce los árboles
y las plantas tenebrosas de la orilla. Pero no sabe quién es y nunca
podrá saberlo. La tierra es un reverso. En ella se oyen sonidos que
ocultan su espantoso silencio.”
Juan Eduardo Cirlot, Bronwyn III (1968 - See more at:
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"Si publico pocos ejemplares es porque creo que, en la actualidad, es muy difícil, o casi imposible, interesar por una poética nueva, sobre todo si ésta versa sobre experiencias espirituales y no sobre problemas de la masa. La humanidad quiere convertir a los poetas en periodistas, agentes de publicidad o sacerdotes, géneros muy distintos y respetables en distinto grado. Pero el poeta no es nada de ello. Es sólo alguien que responde a preguntas formuladas por algo que se asemeja extrañamente a la nada. Y su voz tiene resonancia que él no podría evitar, aunque quisiera. A eso se le llama hermetismo" 2, dice el autor en 1968. “Este cuadro es un retrato de Juan Eduardo Cirlot. La fisonomía del juglar, el tema, el escenario cerrado por la montaña de Montserrat, el fondo con el edificio de la Sagrada Familia de Antoni Gaudí iluminado por un amarillo ácido y la fecha -mayo de 1950-, un mes después de que El arte de Gaudí [de Cirlot] fuera publicado, así lo indican”. E. Granell J. Ponç, El juglar, 1950, |
El juglar; retrato de Cirlot realizado por Juan Ponç |
Vida-Arte-Símbolo en J. E. Cirlot
Reflexión de Raimon Arola
sobre el arte de Cirlot con motivo de la exposición: “Juan Eduardo
Cirlot: La habitación imaginaria” en Arts Santa Mònica (Barcelona) del
16 de noviembre de 2011 al 15 de enero de 2012.
Cualquier
aproximación a la obra de Juan Eduardo Cirlot genera extrañeza, pues,
¿de qué obra hablamos?, ¿la del poeta?, ¿la del crítico?, ¿la del
músico?, ¿la del simbolista?… De todas, de ninguna. La obra de Cirlot
fue “su vivir en el arte”, pero no “su vivir por el
arte”, pues en el segundo caso lo que importa es la obra, mientras que
en el primero lo que importa es el arte (lo cual indica un cambio
sustancial en relación a las propuestas románticas). Así convirtió su
vivir en un acto simbólico en el que el arte (las artes) es instrumento.
Sus poemas, sus reflexiones, sus esquemas, sus viajes, sus colecciones,
sus lecturas, etc., fueron imágenes de un símbolo, el símbolo de la
búsqueda-encuentro-centro.
El ejemplo más evidente de la relación vida-arte-símbolo es seguramente la devoción de Cirlot por las espadas medievales. La exposición en Arts Santa Mònica comienza con una espada yaciente, como un hombre en su féretro. Esta espada se conserva en la Catedral de Barcelona, perteneció a Pedro, condestable de Portugal, que reinó efímeramente en Cataluña en pleno siglo XV. Cirlot escribió sobre ella: “En Barcelona se conserva una de las espadas más bellas del mundo, nos atrevemos a decirlo después de haber visto la llamada ‘de Carlomagno’ del Louvre, las de la Armería Real de Madrid, las del Lázaro Galdiano en la misma capital, las de los Museos de París, Ginebra, Zurich, Nuremberg, Turín, Milán y Venecia, aparte del conocimiento documental de las que se conservan en otros lugares. La espada de Barcelona se encuentra en el tesoro de la catedral… entre las esplendorosas custodias y báculos, junto a los cálices, códices y arquillas… Tal vez por su situación adquiere o, mejor, ratifica, el valor místico que la reina de las armas posee siempre y que se acrecienta con el paso del tiempo, con la metamorfosis de la sociedad y de la guerra. En efecto, ahora no es posible, casi, ver la espada como un arma física; es más bien un arma espiritual, un símbolo…”
Espada del siglo XV.
La hendidura
L. Fontana, Attesa, 1958.
El lugar de las transformaciones
La conquista del espíritu demanda atravesar, como antaño hicieron los caballeros medievales, el oscuro bosque cuyo acceso se abre con la hendidura de la imagen anterior; sobre estos bosques escribió Victoria Cirlot: “Penetrar en el bosque significa, por tanto, una inmersión en la materia que la alquimia ha fijado como una etapa dentro del proceso de elaboración del oro filosofal: la denominada nigredo o ennegrecimiento. Desde el punto de vista íntimo, interior y psicológico, el bosque es el lugar de las operaciones del alma, de las transformaciones interiores y de la purificación. Las miniaturas que ilustraron los textos de las novelas artúricas no alcanzaron a plasmar esa auténtica inmersión de la materia, que en cambio la pintura europea logró plenamente en el siglo XVI.
A. Altdorfer, Waldlandschaft mit dem heiligen Georg,1507.
Habitantes del bosque
Representación de Ishtar o Ianna del Museo Británico relacionada con Lilith. / Dibujo de A. Tàpies para el poemario de J, E, Cirlot, Lilita, 1949.
Los signos secretos
J. Ponç, El juglar, 1950,
El espejo que ilumina
Fotografía de Carcassonne de Flox Papa, 2008.
Escena de una iniciación
Escena masónica de The Iconographic Encyclopaedia, 1851.
El don de la magia
Imágenes de El libro rojo de C. J. Jung, donde el autor cuenta su experiencia visionaria, sus luchas y la epifanía de la luz que, finalmente, le atraviesa el corazón. Cirlot no pudo conocer este libro, pero sí lo que supuso esta figura en la historia del siglo XX, sobre todo respecto al estudio del simbolismo. Jung escribió lo siguiente sobre la experiencia de la segunda imagen: “Grande es el poder del camino. En él crecen juntos el cielo y el infierno, las fuerzas de lo alto y las fuerzas de lo bajo se unen en él. Mágica es la naturaleza del camino, mágicos son la súplica y la invocación, mágicos son la maldición y la acción si ocurren en el gran camino. Magia es el efecto de un hombre sobre otro, pero no es que tu hecho mágico alcance a tu prójimo, sino que primero te alcanza a ti mismo y sólo cuando tú la soportas, ocurre un efecto invisible de ti en tu prójimo. Hay más de eso en el aire de lo que jamás pensé. Sin embargo, no se puede captar”.
C.G. Jung, El libro rojo, cap. XIX, “El don de la magia”.
A la que renace de las aguas
El simbolismo del encuentro lo asoció Cirlot a varias imágenes pero quizá la más potente se concretiza en la aparición de una mujer en medio de la noche, esta figura femenina Cirlot la identifica con la imagen de Bronwyn de la película de Franklin Schaffner, El Señor de la Guerra. Bronwyn surge del agua pantanosa como la figura de la verdad aparecía en los antiguos grabados, surgiendo desnuda y bella del fondo oscuro y caótico de la creación. Cirlot la relaciona con la Isis de Plutarco: “Bronwyn es Isis, la de los mil aspectos, cuyo carácter proteico le permitió infiltrarse en el Imperio romano, más celoso de sus dioses de lo que dice la historia al uso, y que permitió a la egipcia [Isis] asimilarse a la Magna Mater, a Juno, Venus, Diana, Cielo”.
Fotograma donde aparece R. Forsyth como Bronwyn en la película El Señor de la Guerra de F. J. Schaffner, 1965.
Mundus imaginalis
En la pintura de Joan Miró se celebra el encadenamiento de los distintos mundos que reúnen lo celestial y lo terrenal.
Esquema de M. Schneider / J. Miró, El oro del azur, 1967.
El camino detrás del arte
Arriba aparece parte del tejado y de las chimeneas de Can Batlló de Gaudí, que nos parecen el alzado del esquema de Cirlot. “Tu arquitectura gime como un bosque / crucificado en furia que no mengua / bajo las destrucciones cenitales”, escribió Cirlot sobre la obra de Gaudí.
A. Gaudí, Can Batlló construida entre 1904-1906. / Esquema de Cirlot del lugar de Bronwyn.
Lugar de encuentro
Fotografía del castillo cátaro de Peyrepertuse.
Desde el interior
Fotografía de una ventana del Château de Termes.
Bronwyn
La tercera variación del poema de Cirlot: Variaciones fonovisuales, narra la historia de Bronwyn. Recogemos la interpretación de F. Muriel sobre este poema (sólo el principio): “Se trata de una secuencia de tres planos, que explica las transformaciones sufridas por el mito a lo largo del ciclo: de imagen de mujer a idea, a ángel, de ángel a visión de la Deidad. El relato emplea los procedimientos visuales del caligrama, el ideograma y el diagrama. Para entender el primero debemos tener presente la dedicatoria del ciclo “A la que renace de las aguas”. La visión de Bronwyn saliendo de las aguas del pantano constituye el contrapunto invertido de la muerte de Ofelia… Responde Bronwyn a los arquetipos de la amada muerta saliendo del sepulcro acuático y la doncella nacida del mar (Afrodita). La letra central N nos sitúa en el contexto marino. Representa las aguas en su aspecto destructor. A ambos lados se despliegan dos formas que trazan la silueta de unas alas…, y que representan con el contraste entre sonidos graves (BRON) y agudos (WIN) el movimiento de emersión. El yo lírico se deslumbra al contemplar a Bronwyn saliendo de las aguas y se rinde a la llamada del amor fou, implícita en la adivinanza fonética B…N (ven)…”
Icono de J. E. Cirlot. / Poema de las Variaciones fonovisuales de Cirlot, 1972.
El último centro
H. Khunrath, Amphitheatrum sapientiae aeternae, Hamburgo, 1595.
La vida
Si en esta “Biografía: Mitología personal” no se ve más allá del individuo se podría considerar un ego exaltado, pero si se contempla como un viaje, una búsqueda-encuentro simbólico, entonces se llena de sentido y lo particular se convierte en un universal arquetípico: Vida-Arte-Símbolo.
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Juan Eduardo Cirlot: Bronwyn
Por Diego Valverde Villena
Su curiosidad renacentista lo alcanzó todo, y aprendió múltiples saberes con diversos maestros. Su syllabus personal fue variado y completo: el maestro Ardévol le enseñó música; Alfonso Buñuel (hermano de Luis) lo formó en Surrealismo entre 1940 y 1943; Marius Schneider en simbología (1949-1952); y José Gudiol en arte medieval (1953-60). En su Olimpo personal tenían lugar destacado Poe, Nerval, Novalis, Bécquer, Wagner, Schönberg, Scriabin, Mahler, Alban Berg, Penderecki, Gustave Moreau, Max Ernst, Nietzsche, Wittgenstein, Lao Tsé y los presocráticos. Le interesó la filosofía, la mitología, el cine, y muy especialmente la mística y la c ábala. Todo ello se mostrará entreverado en sus escritos, tanto en poesía como en prosa.
Frecuentó al grupo surrealista de París, donde tuvo amistad con Breton, y formó parte del grupo Dau al Set (con Tàpies, Cuixart, Brossa...) entre 1949 y 1953.
Publicó ensayos literarios, crítica de arte... Incluso sus sueños (88 sueños, 1988). Su Diccionario de símbolos (1969, con una primera versión de 1958 bajo el nombre de Diccionario de símbolos tradicionales) fue todo un hito internacional que se tradujo al inglés y se publicó en Londres en 1971. Juan Eduardo Cirlot (Barcelona, 1916-1973) fue ensayista, compositor y crítico de arte. Pero, sobre todo, poeta. Y dentro de su poesía merece especial atención su corpus principal, el Ciclo de Bronwyn. ¿Pero quién, o qué, era Bronwyn?
Un día de verano de 1966, Cirlot fue al cine a ver una película de Franklin Shaffner, El señor de la guerra (The War Lord), protagonizada por Charlton Heston y una actriz canadiense, Rosemary Forsyth. Y allí, al ver la película, tuvo una revelación, una epifanía: la del personaje femenino, Bronwyn. Cirlot queda extasiado ante ese personaje, que aparece fuertemente vinculado a las aguas y a la resurrección. En 1967, tras ver una versión rusa del Hamlet, Cirlot relaciona la figura de Ofelia en las aguas con la de una Bronwyn rediviva, y desde entonces dedicará sus libros «a la que renace de las aguas».
Cirlot siempre había buscado el lado femenino de la divinidad. Tenía poemas dedicados a la divinidad siria Brat Nuhra, a la Daena mazdeísta y a la Shekina hebrea. Y también se había interesado por heroínas cinematográficas: le dedicó las Permutaciones Inger a la actriz Inger Stevens, y escribió un poema sobre otro personaje, «Susan Lenox», interpretado por Greta Garbo. Pero el personaje de Bronwyn le permite canalizar por fin toda su energía poética.
El Ciclo de Bronwyn se compone de dieciséis cuadernillos de pequeñas tiradas, que circularon entre sus amistades. Cirlot trabajó con las palabras y aunó símbolos, mitologías y creencias para hacer con todo ello una oración perpetua a Bronwyn. Anáforas, permutaciones, repeticiones cuasi mántricas y un tono incantatorio y gnómico son las características de ese altar poético que es el Ciclo de Bronwyn.
Juan Eduardo Cirlot, ese personaje enigmático y fascinante que aparece en una foto junto a siete espadas colgadas de la pared, nos dejó escrita la clave de sus poemas: «Cada verso que escribo, cada canto / es tan solo conjuro, sólo tanto».
Fontes:http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=3843
http://www.arsgravis.com/
http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/marzo_08/05032008_01.asp
Información extraída de varios blogues. Conste en acta. Non hai nada propio aquí.
ResponderEliminarHoxe xa teño outra opinión. A rede xa non é unha casa de citas. Ás veces é moi útil. Unha Biblioteca de Alexandría ao alcance da man. Depende de como se utilice. Como todo.
Como vostede xa ten comprobado, Señor Marqués, son unha muller de firmes conviccións .
Sorry , mon ami!. Eliminei , por accidente, o seu interesante comentario e, ben sabe vostede como agradezo as súas visitas e as súas reflexións. Se lle cadra pasar de novo por aquí, non dúbide en entrar sen chamar e compartir comigo os seus aristocráticos pensamentos.
ResponderEliminarComo sempre, aos seus pés, Señor Marqués.
Efectivamente estimada amiga, non teño a menor dúbida das súas firmes conviccións. A capacidade de uso e desuso da información é unha realidade incuestionable, ou non.
ResponderEliminarAgradezo este post, rememórame a visita ó país dos cátaros e certas inquedanzas que por Haches ou por Bes fun deixando repousar alá no fondo da miña curiosidade.
Interésame o libro que cita. El origen de los animales-simbolo, de
Marius Schneider e comparto a máxima, "su vivir en el arte"; hoxe en día hai un intrusismo e afán de famoseo insoportable,a par que na maioría das veces, as propostas artísticas teñen un fedor e unha estética do máis rancio. O realmente triste é que a meirande parte do público aplaude e asiste ao previsible, ó que xa está masticado, a "comida" lixo. Mentes de gustos glutamatados con medo a probar novos sabores.
Según Cirlot, o músico con frecuencia simboliza a atración da morte. Qué arte hai máis sublime, efímero e capaz de facernos ensoñar? Bo día. JUán Txi Ño
Ah, ben.
ResponderEliminarPensei que o primeiro comentario non fora recollido. Verémonos. JU
Cada vez interésanme máis os márxenes. Todo aquelo que queda fóra do coñecido, do condicionado, do que o sistema quere que saibamos, que aplaudamos e que repitamos ad aeternum sen cuestionamento ningún. É inconcebible que un poeta como Cirlot quedara ao marxe das antoloxías e dos manuais de literatura. Que nen sequera se fale del nas facultades de letras. É, cando menos, sospeitoso. Nesta sociedade pacata e estreita de miras, considérase perigoso ser , como él era, un "Dau al set", a séptima cara do dado.
ResponderEliminarOs "outsiders" sempre me resultaron moito máis interesantes, como é natural. Breton chamaba a Dalí, Avida Dollars, seguramente a longa sombra deste personaxe ocultou a outros artistas plásticos tan interesantes coma él ou máis, claro que neste país houbo unha dictadura e a posibilidade de crear en liberdade era moi difícil.
ResponderEliminarSorprendeulle o achádego das obras ocultas de arte "dexenerado" atopadas recentemente en Munich?
A min non. É o terrible do poder, sempre manipula. Viva Cirlot!! JU
"... era Cirlot no solo un autor sino una personalidad con perfiles acusados, un rarísimo. Entro en una librería, veo los manuales y las antologías de donde le excluyeron y automáticamente musito lo del Tenorio: "Los muertos que vos matáis gozan de buena salud".
ResponderEliminarIgnacio Vidal Foch; El poeta de Barcelona, El país